El blog cabal de un hombre cabal: tal para cual. Y pasa al estado de suspensión de actividades, quizá previo al desaparecer definitivo. Una pena.
*****
Titulares: SECCION 1: Los titulares - 3.1. Los titulares constituyen el principal elemento de una información. Sirven para centrar la atención del lector e imponerle de su contenido.
_____
¿Entendido? '[...] e imponerle de su contenido.' Así, por ejemplo. (Joer, que si uno es un tiquismiquis de los que leen de la 'a' a la 'z' podría sospechar que esa 'z', el último párrafo, no concuerda stricto sensu con la 'a', es decir, con el titular. Pero eso para quienes han titulado debe de ser peccata minuta si lo han hecho sensu lato, como decimos los que dominamos el latín del gugle).
*****
Pues ya que estamos de latinajos, aquí aparecen unos cuantos referidos a órdenes religiosas mayormente.
*****
Y hablando de órdenes religiosas, joer que viene al pelo o a contrapelo lo que sobre quienes en su tiempo las nutrían escribió en su Encomium Moriae, el en ella filósofo riente Erasmo de Rotterdam:
'LOS FRAILES - Muy parecida a la feliz condición de los teólogos [les acaba de dar estopa en el capítulo anterior] es la de aquellos otros que se dan los nombres de Religiosos y Frailes o Monjes, denominaciones en extremo impropias, porque buena parte de ellos distan mucho de la religión, y no hay otros que sen menos 'monjes', es decir, eremitas, porque se los ve por todas partes.
No concibo que pudiera haber quienes fuesen más desgraciados si yo [está hablando la locura o sandez, más bien] no acudiera en su auxilio de mil modos, pues aunque la gente los deteste hasta el punto de que si los encuentra al paso cree a pies juntillas que es señal de mal agüero, ellos, sin embargo, hállanse grandemente satisfechos de sí mismos.
Estiman, en primer lugar, como signo de la suma devoción, estar tan ayunos de todas clases de estudios que no sepan ni siquiera leer; además, cuando cantan los salmos, pronunciados pero no entendidos, y atruenan el templo con sus voces de jumento, tienen la firme persuasión de que los oídos de Cristo están recibiendo dulcísimo deleite. Véanse algunos de entre ellos que alardean de pobreza y de miseria y van pidiendo en voz en grito el pan de puerta en puerta, sin dejar hospedería, carruaje ni navío que no asalten con no poco perjuicio de los otros mendigos; pero hombres sumamente llanos, pretenden ofrecernos, aunque a su manera, una imagen de los Apóstoles con su desaseo, con su ignorancia, con su ordinariez y con su despreocupación.
Nada hay más divertido que ver cómo todo lo hacen conforme a preceptos determinados, cual si sus actos estuvieran sujetos a reglas matemáticas cuya omisión implicase sacrilegio; ellos han fijado el número de nudos con los que se han de atar los zapatos, el color del cinto, las varias ropas que han de vestir, la materia y la longitud del cíngulo, la formas y las dimensiones de la cogulla, los dedos de largo que ha de tener el pelo y cuantas horas han de dormir; pero no obstante tanta uniformidad, ¿quién no comprende las muchas diferencias que ha de haber, siendo como son tan diversas las personas y los genios? [ese último párrafo se lo metería yo en el cacumen a tanto y tanto apóstol de la reglamentación en pos de la igualdad que por ahí andan sueltos ahora mismo]. A pesar de estas patochadas, no solamente creen que a su lado los demás son unos majagranzas sino que también contienden entre sí, porque estos hombres, que dicen practicar la caridad apostólica, si ven por ventura en otro de su orden un cinturón distinto del suyo o un hábito de color un poco más obscuro que el del de ellos gastan, arman cada tiberio que tiembla el misterio.
Algunos hay tan rígidamente religiosos que llevan de cilicio las vestiduras exteriores, aunque la ropa interior sea de finísima tela de Milesia; otros, por el contrario, van por fuera vestidos de lino y por dentro de lana; otros huyen del contacto del dinero como de de una hierba venenosa, pero no del de las mujeres ni del vino; en fin, todo su afán es no hacer nada con arreglo a los usos ordinarios de la vida. Su constante preocupación no es imitar a Cristo, sino diferenciarse entre sí, y por eso, gran parte de su orgullo lo cifran en los sobrenombres, pues mientras los unos se envanecen llamándose 'funigeros' (ya sean 'recoletos', 'menores', 'mínimos' o 'bulistas'), los otros prefieren denominarse 'benedictinos', o 'bernardos', o 'brigidenses', o 'agustinos', o 'guillermitas', o 'jacobitas', cual si no les pareciese suficiente llamarse cristianos.
Muchos de ellos dan tan excesiva importancia a sus prácticas y costumbres que se diría que un solo Paraíso lo consideran como escasa recompensa de tantos méritos, sin pensar jamás en que Cristo despreciará en la otra vida todas estas futilidades para exigir solamente que se haya cumplido su precepto, a saber: la Caridad. Entonces, uno presentará su panza rellena de toda clase de pescados; otro, cien cargas de salmos; otro, contará sus millares de ayunos y querrá hacer creer que tiene el estómago destrozado por no haber hecho más que una sola refacción; otro, sacará a relucir un montón tan grande de ceremonias que con ella pudieran fletarse siete naves aproximadamente; otro, se gloriará de que en sesenta años no tocó moneda como no fuese con las manos doblemente enguantadas; otro, mostrará su cogulla, tan sucia y grasienta, que ni un perro podría llevarla en la boca; otro, recordará que durante más de once lustros hizo vida de esponja sin moverse del mismo sitio; otro, ostentará su ronquera contraída a fuerza de cantar las divinas alabanzas; otro, la letargia que adquirió por consecuencia de la soledad; otro, la torpeza de lengua por causa del freno del silencio, y Cristo, al ver que no llevan camino de acabar las ponderaciones que hacen de sus merecimientos, les interrumpirá diciéndoles: "¿De dónde salís, nueva casta de judíos? En verdad os digo que yo no reconozco más que mi Ley, que es lo único de que no os oigo hablar. Bien claramente, y sin velarlo con ninguna clase de parábola, prometí la herencia de mi Padre; pero no a las cogullas, ni a los votos, ni a las abstinencias, sino a las obras de Fe y de Caridad. Yo en nada estimo a aquellos que tanto se estiman a sí propios, y a quienes se creen más perfectos que Yo, vayan, si les place, a llenar los trescientos sesenta y cinco cielos de Basílides, o pidan que se les haga uno para ellos solos a los que dieron mayor importancia a sus costumbres y tradiciones que a mis preceptos". Cuando oigan esto y vean que los galeotes y los carreteros son preferidos a ellos ¿con qué caras, decidme, se mirarán los unos a los otros? Pero entre tanto, y no sin mi ayuda, son felices con su esperanza.' [Parece suficiente lo transcrito aun cuando sigue otro tanto, o más; y con la misma ferocidad, ferocidad que yo no encuentro en Bocaccio, Chaucer o Rabelais ―este último, coetáneo suyo― cuando tratan el mismo tema].
¡Qué capítulos no hubiese escrito Erasmo en su Elogio para pintar debidamente los usos y costumbres de nuestros contemporáneos y especialmente de la patulea de mujeres y hombres públicos y publicados!
*****
'LOS FRAILES - Muy parecida a la feliz condición de los teólogos [les acaba de dar estopa en el capítulo anterior] es la de aquellos otros que se dan los nombres de Religiosos y Frailes o Monjes, denominaciones en extremo impropias, porque buena parte de ellos distan mucho de la religión, y no hay otros que sen menos 'monjes', es decir, eremitas, porque se los ve por todas partes.
No concibo que pudiera haber quienes fuesen más desgraciados si yo [está hablando la locura o sandez, más bien] no acudiera en su auxilio de mil modos, pues aunque la gente los deteste hasta el punto de que si los encuentra al paso cree a pies juntillas que es señal de mal agüero, ellos, sin embargo, hállanse grandemente satisfechos de sí mismos.
Estiman, en primer lugar, como signo de la suma devoción, estar tan ayunos de todas clases de estudios que no sepan ni siquiera leer; además, cuando cantan los salmos, pronunciados pero no entendidos, y atruenan el templo con sus voces de jumento, tienen la firme persuasión de que los oídos de Cristo están recibiendo dulcísimo deleite. Véanse algunos de entre ellos que alardean de pobreza y de miseria y van pidiendo en voz en grito el pan de puerta en puerta, sin dejar hospedería, carruaje ni navío que no asalten con no poco perjuicio de los otros mendigos; pero hombres sumamente llanos, pretenden ofrecernos, aunque a su manera, una imagen de los Apóstoles con su desaseo, con su ignorancia, con su ordinariez y con su despreocupación.
Nada hay más divertido que ver cómo todo lo hacen conforme a preceptos determinados, cual si sus actos estuvieran sujetos a reglas matemáticas cuya omisión implicase sacrilegio; ellos han fijado el número de nudos con los que se han de atar los zapatos, el color del cinto, las varias ropas que han de vestir, la materia y la longitud del cíngulo, la formas y las dimensiones de la cogulla, los dedos de largo que ha de tener el pelo y cuantas horas han de dormir; pero no obstante tanta uniformidad, ¿quién no comprende las muchas diferencias que ha de haber, siendo como son tan diversas las personas y los genios? [ese último párrafo se lo metería yo en el cacumen a tanto y tanto apóstol de la reglamentación en pos de la igualdad que por ahí andan sueltos ahora mismo]. A pesar de estas patochadas, no solamente creen que a su lado los demás son unos majagranzas sino que también contienden entre sí, porque estos hombres, que dicen practicar la caridad apostólica, si ven por ventura en otro de su orden un cinturón distinto del suyo o un hábito de color un poco más obscuro que el del de ellos gastan, arman cada tiberio que tiembla el misterio.
Algunos hay tan rígidamente religiosos que llevan de cilicio las vestiduras exteriores, aunque la ropa interior sea de finísima tela de Milesia; otros, por el contrario, van por fuera vestidos de lino y por dentro de lana; otros huyen del contacto del dinero como de de una hierba venenosa, pero no del de las mujeres ni del vino; en fin, todo su afán es no hacer nada con arreglo a los usos ordinarios de la vida. Su constante preocupación no es imitar a Cristo, sino diferenciarse entre sí, y por eso, gran parte de su orgullo lo cifran en los sobrenombres, pues mientras los unos se envanecen llamándose 'funigeros' (ya sean 'recoletos', 'menores', 'mínimos' o 'bulistas'), los otros prefieren denominarse 'benedictinos', o 'bernardos', o 'brigidenses', o 'agustinos', o 'guillermitas', o 'jacobitas', cual si no les pareciese suficiente llamarse cristianos.
Muchos de ellos dan tan excesiva importancia a sus prácticas y costumbres que se diría que un solo Paraíso lo consideran como escasa recompensa de tantos méritos, sin pensar jamás en que Cristo despreciará en la otra vida todas estas futilidades para exigir solamente que se haya cumplido su precepto, a saber: la Caridad. Entonces, uno presentará su panza rellena de toda clase de pescados; otro, cien cargas de salmos; otro, contará sus millares de ayunos y querrá hacer creer que tiene el estómago destrozado por no haber hecho más que una sola refacción; otro, sacará a relucir un montón tan grande de ceremonias que con ella pudieran fletarse siete naves aproximadamente; otro, se gloriará de que en sesenta años no tocó moneda como no fuese con las manos doblemente enguantadas; otro, mostrará su cogulla, tan sucia y grasienta, que ni un perro podría llevarla en la boca; otro, recordará que durante más de once lustros hizo vida de esponja sin moverse del mismo sitio; otro, ostentará su ronquera contraída a fuerza de cantar las divinas alabanzas; otro, la letargia que adquirió por consecuencia de la soledad; otro, la torpeza de lengua por causa del freno del silencio, y Cristo, al ver que no llevan camino de acabar las ponderaciones que hacen de sus merecimientos, les interrumpirá diciéndoles: "¿De dónde salís, nueva casta de judíos? En verdad os digo que yo no reconozco más que mi Ley, que es lo único de que no os oigo hablar. Bien claramente, y sin velarlo con ninguna clase de parábola, prometí la herencia de mi Padre; pero no a las cogullas, ni a los votos, ni a las abstinencias, sino a las obras de Fe y de Caridad. Yo en nada estimo a aquellos que tanto se estiman a sí propios, y a quienes se creen más perfectos que Yo, vayan, si les place, a llenar los trescientos sesenta y cinco cielos de Basílides, o pidan que se les haga uno para ellos solos a los que dieron mayor importancia a sus costumbres y tradiciones que a mis preceptos". Cuando oigan esto y vean que los galeotes y los carreteros son preferidos a ellos ¿con qué caras, decidme, se mirarán los unos a los otros? Pero entre tanto, y no sin mi ayuda, son felices con su esperanza.' [Parece suficiente lo transcrito aun cuando sigue otro tanto, o más; y con la misma ferocidad, ferocidad que yo no encuentro en Bocaccio, Chaucer o Rabelais ―este último, coetáneo suyo― cuando tratan el mismo tema].
_____
¡Qué capítulos no hubiese escrito Erasmo en su Elogio para pintar debidamente los usos y costumbres de nuestros contemporáneos y especialmente de la patulea de mujeres y hombres públicos y publicados!
*****
Una entrevista [24 preguntas y 24 respuestas]. En la respuesta número 21 no parece mostrar el entrevistado suficiente conocimiento de las costumbres caníbales: después de comerse a los misioneros y antes de meterle el diente a los de su propia tribu, lo hacen con los de las otras. Porque de diferente tribu, en definitiva y llegado este caso, son los unos y los otros.
Primera pregunta: ―Antes que nada, Arnaldo Otegi es portavoz de Batasuna. ¿Qué responsabilidad tiene Batasuna en la decisión de ETA?
Respuesta primera: ―En lo que es la decisión de ETA, ninguna.
La primera, en la frente; o mejor, tratándose de quienes se tratan, en la nuca. Y ahí lo he dejado.
Y una tercera: > Dice Castro: 'Hubo [en la extinta URSS] quienes creyeron que con métodos capitalistas iban a construir el socialismo. Es uno de los grandes errores históricos.'
Brillante análisis sobre las causas del desplome del comunismo en la Unión Soviética
_____
Y otra entrevista:Primera pregunta: ―Antes que nada, Arnaldo Otegi es portavoz de Batasuna. ¿Qué responsabilidad tiene Batasuna en la decisión de ETA?
Respuesta primera: ―En lo que es la decisión de ETA, ninguna.
La primera, en la frente; o mejor, tratándose de quienes se tratan, en la nuca. Y ahí lo he dejado.
____
Y una tercera: > Dice Castro: 'Hubo [en la extinta URSS] quienes creyeron que con métodos capitalistas iban a construir el socialismo. Es uno de los grandes errores históricos.'
Brillante análisis sobre las causas del desplome del comunismo en la Unión Soviética
No hay comentarios:
Publicar un comentario