lunes, junio 19, 2006

Del caos, los guerreros huérfanos, y hay que escoger.


Mucho y todo bueno es lo que puede glosarse, o al menos referenciarse con particularidad, en este artículo de ANDRÉ GLUCKSMANN. Mucho, sí.

Desde su mismo comienzo: > 'Basta una semana, a principios de este junio de 2006, para recordar a nuestros soñadores de la paz eterna la permanencia implacable del caos.'

Así es; y no se crea que el caos solo está allí, en tan lejanos lugares por distancia geográfica o en el sentimiento. También entre nosotros, late. No tan terrorífico -por sus monstruosas dimensiones- ni siquiera tan evidente, pues eso sería imposible en estos lugares y tiempos. Pero sigue estando aquí. Como aquí están también los soñadores de la paz eterna; por su sonrisa los conoceréis.

Igualmente reflexionar en lo que ahí se dice: > 'cuando acaban las guerras, quedan los guerreros'; extrapolando: cuando se acaba el terrorismo, siguen quedando los terroristas.

Ya solo hacer mención de otros dos párrafos: > '¿Es conveniente hoy que los soldados estadounidenses y sus aliados salgan corriendo ipso facto como en Somalia? Incluso los gobiernos más antiamericanos, los que están más obsesionados como Francia, cruzan los dedos para que no pase nada y que la coalición no deje el terreno en manos de los degolladores.' Al adolescente de la sonrisa cautivadora habría que preguntarle; y puedo imaginarme una posible respuesta: 'Esa guerra fue ilegal desde el comienzo. Por eso nos retiramos de ella e invitamos a otros a seguir ese camino. Ahora las circunstancias son diferentes, pero nuestra actitud sigue siendo la misma, por coherencia.' Por coherencia sigue siendo igual de iluso; aun cuando parezca otra cosa.

Y es que >'Hay que escoger. O aceptamos la somalización general y buscamos refugio en una ilusoria fortaleza euroasiática o resucitamos una alianza euroatlántica democrática, militar y crítica.'

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