Nada tenía que decir aquí hoy. Nada. Para salir del atolladero, pues que sí quiero escribir algo, y para inspirarme, he cogido el primer libro que se me ha ofrecido y lo he abierto al albur: el libro es el Textos cautivos [ensayos y reseñas en «El Hogar» (1936-1939)] de Jorge-Luis Borges y las páginas que se me aparecen son las 202 y 203 del volumen.
En la primera ofrece el porteño una de sus Biografías sintéticas, la [113] de Isaac Babel: 'Nació en las catacumbas irregulares del escalonado puerto de Odessa a fines de 1894. Irreparablemente semita...'. Irreparablemente, dice. No lo consigna a humo de pajas visto dónde y cuándo nació el novelista. Otros datos da en la breve reseña. Como por ejemplo que Babel, a principios de 1921 ingresó en un regimiento de cosacos. 'Naturalmente, esos guerreros estruendosos e inútiles (nadie, en la historia universal, ha sido más derrotado que los cosacos) eran antisemitas . La sola idea de un judío a caballo les pareció irrisoria, y el hecho de que Babel fuera un buen jinete no hizo sino perfeccionar su desdén y su encono'. (Por una extraña asociación de ideas -estruendosos, inútiles, derrotas- me he imaginado al charnego Montilla a caballo de la política en el regimiento cosaco del nacionalismo catalán).
Sigue Borges: 'Para la fama, ya que no para los catálogos, Isaac Babel es todavía un homo unius libri. Ese libro impar se titula Caballería roja. La música de su estilo contrasta con la casi inefable brutalidad de ciertas escenas. Uno de sus relatos -«Sal»- conoce una gloria que parece reservada a los versos y que la prosa raras veces alcanza: lo saben de memoria muchas personas (esa gloria también la ha conseguido entre muchos españoles el comienzo del simpar «El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha»: En un lugar de la Mancha, de cuyo nombre no quiero acordarme)'.
En la página contraria, una reseña: Ends and Means, de Aldous Huxley [114].
Leo: 'Este volumen de Aldous Huxley -«Fines y medios»- renueva la famosa discusión que produjo a principios del siglo XVIII la sentencia o precepto de Hermann Busenbaum: «El fin justifica los medios». (Es muy sabido que esa máxima ha sido empleada para difamar a los jesuitas; es menos sabido que el original se refiere a actos indiferentes: vale decir que no son ni buenos ni malos. Verbigracia: el acto de embarcarse es indiferente, pero si el fin es lícito -ir a Montevideo, digamos- el medio lo es también, sin que ello implique que tengamos derecho a robar el pasaje).'
También aquí he asociado esa idea y lo he hecho con las vicisitudes del llamado proceso de paz parido por nuestro presidente del Gobierno: diría en cuanto a eso que se está entendiendo que sí hay derecho a robar el pasaje.
Acabo: he leído Caballería roja y no el volumen de Aldous Huxley (y, al menos por ahora, no tengo la menor intención de hacerlo).
En la primera ofrece el porteño una de sus Biografías sintéticas, la [113] de Isaac Babel: 'Nació en las catacumbas irregulares del escalonado puerto de Odessa a fines de 1894. Irreparablemente semita...'. Irreparablemente, dice. No lo consigna a humo de pajas visto dónde y cuándo nació el novelista. Otros datos da en la breve reseña. Como por ejemplo que Babel, a principios de 1921 ingresó en un regimiento de cosacos. 'Naturalmente, esos guerreros estruendosos e inútiles (nadie, en la historia universal, ha sido más derrotado que los cosacos) eran antisemitas . La sola idea de un judío a caballo les pareció irrisoria, y el hecho de que Babel fuera un buen jinete no hizo sino perfeccionar su desdén y su encono'. (Por una extraña asociación de ideas -estruendosos, inútiles, derrotas- me he imaginado al charnego Montilla a caballo de la política en el regimiento cosaco del nacionalismo catalán).
Sigue Borges: 'Para la fama, ya que no para los catálogos, Isaac Babel es todavía un homo unius libri. Ese libro impar se titula Caballería roja. La música de su estilo contrasta con la casi inefable brutalidad de ciertas escenas. Uno de sus relatos -«Sal»- conoce una gloria que parece reservada a los versos y que la prosa raras veces alcanza: lo saben de memoria muchas personas (esa gloria también la ha conseguido entre muchos españoles el comienzo del simpar «El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha»: En un lugar de la Mancha, de cuyo nombre no quiero acordarme)'.
En la página contraria, una reseña: Ends and Means, de Aldous Huxley [114].
Leo: 'Este volumen de Aldous Huxley -«Fines y medios»- renueva la famosa discusión que produjo a principios del siglo XVIII la sentencia o precepto de Hermann Busenbaum: «El fin justifica los medios». (Es muy sabido que esa máxima ha sido empleada para difamar a los jesuitas; es menos sabido que el original se refiere a actos indiferentes: vale decir que no son ni buenos ni malos. Verbigracia: el acto de embarcarse es indiferente, pero si el fin es lícito -ir a Montevideo, digamos- el medio lo es también, sin que ello implique que tengamos derecho a robar el pasaje).'
También aquí he asociado esa idea y lo he hecho con las vicisitudes del llamado proceso de paz parido por nuestro presidente del Gobierno: diría en cuanto a eso que se está entendiendo que sí hay derecho a robar el pasaje.
Acabo: he leído Caballería roja y no el volumen de Aldous Huxley (y, al menos por ahora, no tengo la menor intención de hacerlo).
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