a) - GERARDO DIEGO - Segunda antología de sus versos (1941-1967).
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(119 - 1951)
LA LLAMADA
A nadie espera ¿a nadie? a nadie espera.
Ya nada quiere ¿nada? nada quiere.
Vive en la nada y en el todo muere.
Sueña que muere y viva desespera.
Una mano que duda, que se altera,
que se arrepiente, y vuelve y con ahínco
-tres, cuatro, cero, ocho, nueve, cinco-
hace girar la rueda mensajera.
Un timbre llama, calla, una esperanza
responde oscura, el alma en el alambre.
Por el hilo de cobre se abalanza
el oro de una voz, mieles de enjambre.
Un mundo va a nacer. Todo es mudanza.
La vida pende de un torcido estambre.
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(187 - 1958)
LEJOS, MÁS LEJOS
(Despedida a Adriano del Valle)
Lejos, más lejos, cada vez más lejos,
andando, siempre andando por la muerte.
¿Quién dijo que la muerte es el reposo?
La muerte es andar siempre,
siempre adelante, fijo, eterno, recto,
y ligero, eso sí, sin peso, alegre.
Que el horizonte viejo se descosa,
que del cielo la tierra se despegue
y cabe de pie un muerto o pasa echado
como en prohibido umbral carta yacente.
Y no le vemos ya. Mas le sentimos
incorporado, andando, sin fatiga
y sin volver atrás jamás la frente.
Lejos, más lejos, cada vez más lejos
va el muerto caminando por su muerte.
¿Volverá acaso, si el espacio es curvo,
al sueño de una cuna que aún se mece?
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LA LLAMADA
A nadie espera ¿a nadie? a nadie espera.
Ya nada quiere ¿nada? nada quiere.
Vive en la nada y en el todo muere.
Sueña que muere y viva desespera.
Una mano que duda, que se altera,
que se arrepiente, y vuelve y con ahínco
-tres, cuatro, cero, ocho, nueve, cinco-
hace girar la rueda mensajera.
Un timbre llama, calla, una esperanza
responde oscura, el alma en el alambre.
Por el hilo de cobre se abalanza
el oro de una voz, mieles de enjambre.
Un mundo va a nacer. Todo es mudanza.
La vida pende de un torcido estambre.
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(187 - 1958)
LEJOS, MÁS LEJOS
(Despedida a Adriano del Valle)
Lejos, más lejos, cada vez más lejos,
andando, siempre andando por la muerte.
¿Quién dijo que la muerte es el reposo?
La muerte es andar siempre,
siempre adelante, fijo, eterno, recto,
y ligero, eso sí, sin peso, alegre.
Que el horizonte viejo se descosa,
que del cielo la tierra se despegue
y cabe de pie un muerto o pasa echado
como en prohibido umbral carta yacente.
Y no le vemos ya. Mas le sentimos
incorporado, andando, sin fatiga
y sin volver atrás jamás la frente.
Lejos, más lejos, cada vez más lejos
va el muerto caminando por su muerte.
¿Volverá acaso, si el espacio es curvo,
al sueño de una cuna que aún se mece?
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b) - «LOS POETAS EN SUS VERSOS: desde Jorge Manrique a García Lorca», de Tomás Navarro Tomás.
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c) - «EN EL CUARTEL GENERAL DEL FÜHRER», de Walter Warlimont (Segundo Jefe de Estado Mayor de Operaciones del OKW).