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Dos mendigos caminaban rotos, hambrientos, aburridos; y le dijo el uno al otro:
―Oye, si de repente te vieses rico, muy rico ¿qué harías?
―Pues, qué sé yo. Seguramente hincharme de comer y de beber y de joder.
―Sí, sí. Pero ten en cuenta que dispondrías de mucho dinero. ¿Y qué más harías?
―Coño, qué sé yo. Me compraría una gran casa, y un cochazo, buenas ropas, joyas, ya sabes, todo eso.
―Ya, ya, pero ¿qué más harías con tantísimo dinero?
―¡Ah, joer, que se me olvidaban los pobres: les daría un poco a los pobres.
― ¿Queeee? ¿A los pobres? ¡A los pobres que les den porculo!
―Oye, si de repente te vieses rico, muy rico ¿qué harías?
―Pues, qué sé yo. Seguramente hincharme de comer y de beber y de joder.
―Sí, sí. Pero ten en cuenta que dispondrías de mucho dinero. ¿Y qué más harías?
―Coño, qué sé yo. Me compraría una gran casa, y un cochazo, buenas ropas, joyas, ya sabes, todo eso.
―Ya, ya, pero ¿qué más harías con tantísimo dinero?
―¡Ah, joer, que se me olvidaban los pobres: les daría un poco a los pobres.
― ¿Queeee? ¿A los pobres? ¡A los pobres que les den porculo!
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