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Desde el primer momento me ha llamado la atención en esta tragedia la eficacia del asesino: treinta y dos muertos ultimados en una misma acción [aunque creo que uno lo fue en otra previa a la gran matanza] amén de una docena de heridos graves y a balazos todo es sencillamente asombroso; máxime si se tiene en cuenta que no eran ancianos imposibilitados o niños a quienes mataba sino adultos en la flor de la edad. Y a pistola, o a pistolas. En verdad más que sorprendente, eso, asombroso.
Lo otro, el espanto de las víctimas, su desesperación e impotencia es algo desgraciadamente común en este tipo de hechos; terrible, sencillamente. [Y esperemos que en las pocas horas que le queda a la noticia de vigencia, más allá de figurar luego en el libro de los records como la gran hecatombe en un campus, no se intente manipular lo sucedido por encima de lo inevitable sobre el uso de armas de fuego en los Estados Unidos: ya ese enfoque de perseguido o incomprendido que se le da al asesino a mi me repatea].
Lo otro, el espanto de las víctimas, su desesperación e impotencia es algo desgraciadamente común en este tipo de hechos; terrible, sencillamente. [Y esperemos que en las pocas horas que le queda a la noticia de vigencia, más allá de figurar luego en el libro de los records como la gran hecatombe en un campus, no se intente manipular lo sucedido por encima de lo inevitable sobre el uso de armas de fuego en los Estados Unidos: ya ese enfoque de perseguido o incomprendido que se le da al asesino a mi me repatea].
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