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Al hilo de la muerte de Fernando Fernán Gómez: me ha llamado siempre la atención el que se considere cosa de mal gusto cuando no pura canallada el criticar, en la acepción de vituperio, la obra o la vida o las dos cosas de alguien cuando se muere. El único reproche que a eso yo expreso es un poco a la cobardía [y la cobardía es un tanto disculpable por lo que tiene de humana] de quien lo hace a partir del óbito ya que el interesado no está en disposición de defenderse y aunque otros puedan hacerlo en su nombre quizá no lo sea, por la forma o por el fondo, como lo hubiera querido el fallecido. Por lo demás ¿acaso no es más cruel el ofender con esa crítica a los vivos que a los muertos dado que estos, por enorme que sea la ofensa, no sufren?
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