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Se ha hablado por algunos y se ha escrito por otros 'tiroteo' para definir lo ocurrido en el atentado de Capbreton resuelto con el asesinato de un Guardia civil y el cuasi asesinato de otro Guardia civil, prácticamente dos asesinatos. En lo semántico, ningún reparo se le puede poner al vocablo empleado, tiroteo, que no es sino la acción y efectos de tirotear o tirotearse. Y sin embargo, de las dos acepciones es la de 'tirotearse' la que de inmediato viene a la mente cuando se aplica -en una noticia en los medios o en declaraciones de responsables políticos- a hechos en los que intervienen hombres que están condenados a enfrentarse y que normalmente, porque las portan, lo hacen a tiros, con sus armas de fuego.
Pero ocurre que no ha sucedido eso en este caso. Aunque en puridad sí ha sido un tiroteo, no ha habido un 'tirotearse' entre contendientes armados sino un 'tirotear' a mansalva, solo el asesinato de hombres desarmados como si hubieran sido dianas en un blanco. De ahí el equívoco en el sentido de las palabras cuando como la aplicada para este tremendo hecho tienen más de uno, la trampa del lenguaje. Trampa que permite enfocar lo acontecido como si de episodio propio de una guerra se hubiese tratado.
Pero ocurre que no ha sucedido eso en este caso. Aunque en puridad sí ha sido un tiroteo, no ha habido un 'tirotearse' entre contendientes armados sino un 'tirotear' a mansalva, solo el asesinato de hombres desarmados como si hubieran sido dianas en un blanco. De ahí el equívoco en el sentido de las palabras cuando como la aplicada para este tremendo hecho tienen más de uno, la trampa del lenguaje. Trampa que permite enfocar lo acontecido como si de episodio propio de una guerra se hubiese tratado.
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