jueves, enero 24, 2008

Consolar al triste.


He visitado a mi amigo en su habitación de la clínica donde se halla internado desde que el cáncer de pulmón que padece le ha abocado a su fin inmediato en no más de un par de semanas según parecer que hace unos cuantos días han emitido los médicos. Lo hago cada vez que puedo para cumplir esa obra de misericordia de consolar al triste y aunque no puede hablar sí que me escucha atento: mira, le digo, lo que sospechábamos ya es definitivo, que al hijo de la portera le han metido siete años de cárcel porque le tenían ganas y ahora lo han jodido así es que en todo ese tiempo el cabrón no podrá molestarte metiéndose contigo. Tras unos minutos de silencio continúo diciéndole que la bolsa está por los suelos y que entre los cuatro o cinco millones de españoles pillados también yo me encuentro con unos cuantos miles de euros y él ha hecho una mueca de conmiseración o de burla o quizá de dolor solo. Más silencio salvo el sonido de su jadeo. Coño, le informo, en Gaza se alumbran con velas y rompiendo o saltando vallas están huyendo los que pueden hacerlo porque se mueren de hambre y él que es proisraelí a morir cabecea un poco, creo que satisfecho. Ah, prosigo, y sigue ahí durmiendo en el banco del parquecillo ese pobre hombre que cada mañana se levanta cuando yo llego con mis perritos y nos saluda tan amable y pensemos que si esa es la cama cómo será el desayuno que vaya puta vida esa vida suya. Otro un nada decir ni escuchar dilatado y acabo: por cierto y hablando de vida ¿sabes quién me han dicho que se ha muerto? ¿Recuerdas al matraca que solía bajar por la avenida con la moto a toda pastilla? Se fue cerca de Las Caletillas al carajo por un barranco, joder, y no debía tener más allá de veinte años y quedó muy malherido y ahora, ya ves, ha palmado. Un medio suspiro suyo de contento y enseguida me despido de mi amigo después de haberle dado tanto consuelo.

1 comentario:

  1. Anónimo11:58 a. m.

    Bonita manera de consolar. Mejor le das alguna alegría o sobre todo le dices que le quieres. Si tanto le visitas es que le tendrás afecto, supongo. Le quieres, pues. Díselo.

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