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¿Acaso los árboles de invierno que sienten las punzadas del frío y la devastación de la helada y se dedican afanosamente a contener el aliento y a conservar sus energías pueden tener tiempo para pintarse y empolvarse a fin de que los vea el viajero que pasa por la antigua carretera? Y sin embargo ahí están solos y tristes y desventurados y muy superiores a cualquier composición pictórica y en su muda simplicidad con más belleza.
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