Tontos de los cojones.

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En el episodio ese del cabronazo Alcalde de Getafe que comenzó llamando tontos de los cojones a quienes hemos votado alguna vez o alcancemos a votar en el futuro a un partido de derechas que viene contando con unos cuantos millones de votos, o séase, con unos cuantos millones de tontos de los cojones, y está culminando con su decisión de no dimitir de su cargo de representante de los alcalde españoles -incluidos, claro, los de derechas o tontos de los cojones- fundado en que fue elegido democráticamente para el mismo y que ya se ha disculpado, se refleja el sentir de esa chusma: ser de derechas o solo el votar a alguien de derechas es ser tonto de los cojones.

Y visto cómo se lo han llevado los de la izquierda socialista, los hijos de puta tienen más razón que un santo.