domingo, abril 19, 2009

- [Política y vida y pesadumbre].


> '4 de marzo [de 1933]
Esta mañana ha llegado Casares, y a las diez y media se ha presentado en mi despacho. Está de mejor color, pero muy estropeado aún; tiene fiebre todos los días. Hablamas hasta la una. Le cuento todo lo que ha pasado para ponerlo al día y que no cometa anacronismos. Su resolución es dimitir .../... Aún estaba aquí Casares cuando ha llegado Gabriel Franco, que forma parte de la comisión parlamentaria que va hoy a Casas Viejas. Quiere conocer nuestros puntos de vista. Le cuento lo que sabemos por la declaración de Artal y la negativa de Rojas; que no ponga límite a nada.

Recibo luego a una señorita alemana que, asistida de un taquígrafo, me hace una interviú. Se propone publicar un libro sobre España. Me pregunta una porción de simplezas; yo le contesto cualquier cosa, y se va muy contenta.

Al salir, el taquígrafo aprovecha la ocasión para pedirme una recomendación.' [Manuel Azaña. Diarios, 1932-1933/Los cuadernos robados].

En estos días en los que se está hablando, y no muy piadosamente, del juicio que pueda merecer la capacidad intelectual del presidente del Gobierno de España, leer esos Diarios -como los otros del mismo autor, y dejo de lado el resto de su obra- causa pesadumbre.

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