O de los técnicos y de los políticos. O de los conserjes y de los ministros. O de que los primeros -los conserjes- han de vestir en su quehacer oficial encorbatados así se fundan de calor en tanto que los otros pueden prescindir o no, según les salga de los cataplines, de la corbata en pareja obligación. O de cómo es más fácil ser lo segundo -político- que lo otro, conserje, tal como se sabe le dijo un presidente del Consejo a su barbero mientras éste le afeitaba: -¿Que le consiga a tu chico, ese que me dices es listísimo, un portento, plaza de conserje en un Ministerio? ¿Acaso estás loco? ¿O es que ignoras que para ocupar tales plazas se han de someter los aspirantes a durísima oposición en la que mostrar sus capacidades? ¡Quita, quita! Olvídate de ello. Más fácilmente podría hacerle gobernador civil. O director general. Y hasta ministro.
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Pues eso.
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