'Son como gotas de agua...'
II
Lo que sigue es opinión muy personal, subjetiva, fruto de observaciones breves casi siempre: tienen apenas valor anecdótico y a la anécdota se habrá de recurrir para dar la percepción particular de personajes conocidos en esta peregrinación, algunos durante días, otros en unas horas y en raro caso por referencias.
Ante todo, ¿qué son los peregrinos en el Camino de Santiago? Son como gotas de agua que hacen en invierno apenas un hilacho, un arroyuelo en otoño y primavera, un río en el verano, y así como en una corriente de agua no son las mismas gotas las que se contemplan en cada momento a pesar de la engañosa apariencia, así en esa derrota a Compostela no son los mismos navegantes los que pueden verse cada singladura en los alojamientos o en los itinerarios. Desde el momento en que entra en la corriente, sea grande o sea pequeña, se ve el peregrino impelido hacia adelante hasta Santiago o cualquier lugar del recorrido en que dé fin a la aventura.
¿Y quiénes son los peregrinos? Son hombres y mujeres, pues sólo en un lugar vi peregrinando una madre con dos niños: no se les admitía en los albergues por su propia naturaleza, de los albergues, claro es, donde se convive austeramente, en precario, sin diferencia de sexos a la hora de ocupar una litera; personas de todas las edades, clases sociales y orígenes, menos españoles que extranjeros, y como no pretendo dar una estadística al respecto que ya lo hacen quienes les corresponde, añadiré únicamente que hay muchísimos franceses, abundantes alemanes y brasileños, y el resto, de variadas procedencias; cada época del año marca en parte el origen y hasta la clase de los peregrinos: así, mayo parece ser el mes de los jubilados franceses y julio y agosto, por razones evidentes, de los españoles que hacen el mayor aporte al camino/río que discurre tumultuoso en esos meses. Por último, a quienes les pueda sorprender que acudan tantos brasileños, decirles que se debe a la amplia difusión que han tenido en su país un libro y un conjunto de reportajes televisivos sobre el particular.
¿Y cómo peregrinan? Pues, solos o agrupados, lo hacen a pie -y son para mí los verdaderos peregrinos-, en bicicleta y excepcionalmente a caballo.
Ante todo, ¿qué son los peregrinos en el Camino de Santiago? Son como gotas de agua que hacen en invierno apenas un hilacho, un arroyuelo en otoño y primavera, un río en el verano, y así como en una corriente de agua no son las mismas gotas las que se contemplan en cada momento a pesar de la engañosa apariencia, así en esa derrota a Compostela no son los mismos navegantes los que pueden verse cada singladura en los alojamientos o en los itinerarios. Desde el momento en que entra en la corriente, sea grande o sea pequeña, se ve el peregrino impelido hacia adelante hasta Santiago o cualquier lugar del recorrido en que dé fin a la aventura.
¿Y quiénes son los peregrinos? Son hombres y mujeres, pues sólo en un lugar vi peregrinando una madre con dos niños: no se les admitía en los albergues por su propia naturaleza, de los albergues, claro es, donde se convive austeramente, en precario, sin diferencia de sexos a la hora de ocupar una litera; personas de todas las edades, clases sociales y orígenes, menos españoles que extranjeros, y como no pretendo dar una estadística al respecto que ya lo hacen quienes les corresponde, añadiré únicamente que hay muchísimos franceses, abundantes alemanes y brasileños, y el resto, de variadas procedencias; cada época del año marca en parte el origen y hasta la clase de los peregrinos: así, mayo parece ser el mes de los jubilados franceses y julio y agosto, por razones evidentes, de los españoles que hacen el mayor aporte al camino/río que discurre tumultuoso en esos meses. Por último, a quienes les pueda sorprender que acudan tantos brasileños, decirles que se debe a la amplia difusión que han tenido en su país un libro y un conjunto de reportajes televisivos sobre el particular.
¿Y cómo peregrinan? Pues, solos o agrupados, lo hacen a pie -y son para mí los verdaderos peregrinos-, en bicicleta y excepcionalmente a caballo.
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